lunes, 28 de mayo de 2012

El déficit de las caras blandas

Muchos se estarán preguntando el porque de este título sutilmente metafórico. Fantaseando acerca de cuales serán mis temas a tratar, desde que posición tendré el derecho de hacerlo, y a quienes involucraré en el camino.

Uno de los problemas más complicados y graves que aquejan hoy a nuestro querido país, Argentina, por no decir el más grave de todos, el más atorrante, y el que comprende la esencia natural del "vivismo" nacional, es la falta de caras blandas. Vamos, todos somos argentinos y creo que sabemos perfectamente a que me refiero con el termino de cara blanda, y si no, vaya por el camino de los antónimos cuya probabilidad de éxito en encontrar la analogía correcta es del 90%, 9 de cada 10.

Un cara blanda, denominado así con énfasis nativos cual fuese una tribu digna de ejercer su pensamiento abiertamente, ejerciendo el derecho que todo ser humano debería tener de poder comunicar una opinión CON FUNDAMENTOS SÓLIDOS Y CONCISOS hacia un grupo determinado de personas.

Si miramos a nuestro alrededor estamos llenos de caras duras, es más, nosotros mismos lo somos cuando hablamos de voley sólo para quedar bien con alguien, cuando hablamos de economía, cuando hablamos de política, cuando hablamos de algún ámbito en el cual no tenemos formación profesional, clara, clave, sólida, certera, objetiva, y suficiente, pero que sin embargo establecemos nuestra tautología verbal.

Esto produce un grave desconcierto de los oyentes, cuando el emisor goza de una posición mediática favorable o autoridad necesaria para establecer supremacía y lograr consentimiento de parte de los receptores. Sin embargo, no sabe el daño que acaba de causar, al emitir tales ideologías como ciertas y comprobadas, cuando en realidad no son más que anhelos infundamentados salpicados de intereses personales o grupales.

El periodismo debe informar, no debe emitir opinion. No debe informar opiniones. No debe opinar informando. El periodismo debe ser objetivo, imparcial, y transparente.

Si cada uno de nosotros, opinaramos humildemente, tratando de no simular conocer más de lo que realmente conocemos, forjaríamos un país inigualable, inmune a la incertidumbre.